A veces me nace una duda que arde en mi pecho,
duda de suspiros que calcina mis pulmones
y desgarra mi garganta en aliento de ceniza,
por momentos busco respirar desesperado
pero me duele la vida, me escoce la piel
y me arranco la ropa incandescente para descubrir
que no es la ropa sino mi carne la que arde
chillando al rojo vivo en su incendio invisible.
Cuando llega no la pudo detener,
me cubre en un manto de hormigas
que pululan frenéticas al devorarme,
créanme, no se puede escapar ni gritando
pues se infiltran por las grietas del alma
y se fijan con su picadura al hueso del cráneo,
– ¿para qué? – la vida me pregunta,
Y yo, solo invento una respuesta para seguir viviendo.